Tenemos una variedad de palabras de uso cotidiano y a veces, nos perdemos a la hora de utilizarlas en su justo lugar: urgente, prioritario, necesario, importante…
He oído decir: lo urgente no me deja hacer lo necesario.
Me pregunto: ¿Urgente para qué? ¿Necesario para qué?
Hay una palabra que no es tan utilizada en lenguaje coloquial y es esencial. Esencial viene de esencia, de lo más profundo, de lo que no vemos, de lo que sostiene. Tal vez por eso no es tan utilizada. Miramos más lo superficial, más lo aparente.
Centro mi atención en una fruta, un melocotón. Lo miro, veo su forma, su tamaño, su color, lo toco, siento su suavidad, su peso, su temperatura, su grado de madurez y nada más. Lo abro para comerlo y veo diferencia entre la piel y el fruto; llego a la llamada semilla. Normalmente se tira, no es comestible, decimos, pero si consigo romper la cáscara protectora, me encuentro una hermosa semilla que tiene la finalidad de que ese fruto continúe su ciclo de vida en otro árbol melocotonero que vuelva a regalar sus flores y sus frutos. Concluyo que lo esencial en ese melocotón no está a la vista, está muy protegido. La naturaleza nos envía mensajes que no leemos, porque vamos en modo superficial.
En este modo superficial hemos enseñado a los niños cómo se saluda, cómo ser amable, correcto, educado… A veces, para quedar bien, se puede mentir, según este enfoque. Hay que ser políticamente correcto.
Hemos dejado que nos digan desde fuera lo que hay que hacer y así es como hemos desoído la sabiduría del corazón. Nos hemos empequeñecido, desconectado de nuestra esencia y ya no escuchamos dentro, sino fuera.
Hace ya muchos años, Pablo de Tarso, el que se cayó del caballo, el que en las epístolas nos dice: «¿No sabéis que sois templos del Espíritu?»
Esta reflexión nos lleva a mirar en profundidad y, si nos miramos así, vamos al corazón de luz; y, si miramos así a los demás, vamos a su corazón de luz, y nuestras relaciones serán cordiales, porque son desde el corazón. Este giro supone un cambio cuántico porque la expansión del amor que somos parte de ese punto.
Las relaciones dejarán de ser superficiales, desde la apariencia, desde el tener… y pasarán a ser esenciales.
Somos invitados a realizar este viaje hacia dentro y, si lo pedimos, podemos ser acompañados por los Hermanos mayores.